DE MITOS, IDENTIDADES Y CINE I: LA LEYENDA NEGRA DE AMERICA DEL NORTE


A lo largo de su vida, las naciones, al igual que las personas, construyen su identidad a través de un relato sobre su pasado. Estos relatos generalmente apelan a hechos reales, pero el artificio mismo de la narración determina una secuencia elegida de hechos en la que se enfatizan algunos sucesos por sobre otros; algunos se omiten y muchos se ocultan en función del sentido dado al relato desde el presente actual o desde presentes anteriores.

Entre los epítetos que la maltrecha identidad Argentina y también Latinoamérica recibe, suele escucharse con mucha frecuencia que Argentina es un país sin memoria, que las instituciones argentinas y latinoamericanas “no funcionan”, que Argentina, un país con tantos recursos naturales, no progresa porque la conquista y la dominación española impusieron un atraso estructural que a lo largo de varios siglos no hizo más que manifestar la incapacidad de los países latinoamericanos para organizarse sin recurrir a luchas facciosas, guerras civiles y violencia política.

Esta visión, que ha prosperado en el imaginario de los habitantes de los países desarrollados (e incluso lamentablemente entre nosotros), tiene una contraparte que dice que en los países industrializados o “avanzados”, las instituciones funcionan, la organización política es eficiente, y los conflictos “escasos” fueron resueltos pacífica y civilizadamente. La visión que los países avanzados construyeron de sí mismos también proviene de un relato basado en algunos hechos reales enfatizados y en el ocultamiento de otros procesos cuya inclusión se revelaría incómoda en el relato mítico de los grandes triunfos que sustenta las identidades nacionales.

La historia de los países occidentales desarrollados incluye infaustos sucesos. Los crímenes del nazismo en Alemania, la impronta del fascismo en Italia son ejemplos claros de operaciones de construcción identitaria cuya revisión motivó largas décadas de ocultamientos y debates que hoy continúan en Europa.

Hoy nos centramos en los Estados Unidos, el modelo de país para algunos de nuestros feroces críticos argentinos. Los orígenes de EEUU remiten a la independencia americana declarada en 1776 y a la expulsión final del ejército británico en 1781, cuando el ejército liderado por George Washington y sus aliados franceses, sitiaron la ciudad de Yorktown, Virginia, ultimo reducto del imperio británico. Así, las trece colonias fundadoras formaron la Unión, poblada por 4 millones de habitantes de los cuales 700.000 eran esclavos.

Apenas independizado, EEUU comenzó a expandirse al oeste más allá de los Apalaches donde habitaban los comanches, navajos, sioux entre otros, cuyos territorios fueron conquistados y sus pueblos dominados mediante violentas campañas. Hacia el sur, los colonos esclavistas norteamericanos instalados en Texas, derrotaron a los mexicanos en la batalla de San Jacinto y proclamaron una república independiente. Poco después Texas se anexó a la Unión. Pero la expansión no terminó allí. El general Taylor invadió México, y derrotó a los mexicanos, mientras el general Scott desembarcaba en Veracruz, ingresando a territorio mexicano y ocupando la capital. En 1849, el tratado de Guadalupe fijó la cesión de 850.000 km2 de México a la Unión. Cinco años más tarde, 50.000 km2 se incorporaron a los Estados Unidos. Eran los estados de California, Arizona, Utah, Colorado, Nevada y Nueva México.

Pero la guerra no se limitó a los países extranjeros y a los antiguos ocupantes del territorio. Cuando se promulgó la constitución en Philadelphia, la forma de organizar políticamente el nuevo país estaba en discusión. Por un lado, estaban los federalistas Hamilton, Adams y Madison, que pugnaban por una autoridad más centralizada que concentrara el poder y la organización de los nuevos estados. En la oposición, se presentaba la propuesta antifederalista encabezada por Thomas Jefferson, para quien las autoridades locales debían conservar una cuota significativa de poder y garantizar los derechos y libertades individuales.

Por otra parte, la libertad promulgada por la constitución era contradicha por la negativa de los estados esclavistas del sur a abolir la esclavitud, que se habían incorporado a la Unión con la condición de mantener la esclavitud. El compromiso de Missouri acordado en 1820, fijaba los límites de aquella a los estados esclavistas, pero esta situación no tardaría en estallar. Cuando Abraham Lincoln, un republicano conocido por sus ideas abolicionistas ganó las elecciones y asumió la presidencia, los estados del sur se prepararon para la secesión. Carolina del Sur, Missisipi, Florida, Alabama, Georgia, Louisiana y Texas declararon sucesivamente su separación de la Unión y poco después declararon su constitución. Otros estados esclavistas como Kentucky y Missouri, permanecieron en la Unión. El objetivo de preservar la unidad americana a cualquier precio enunciado por Lincoln fue entonces puesto en acto.

La guerra civil norteamericana se extendió entre 1861 y 1865. 600.000 personas murieron durante el conflicto y la economía sureña quedo arrasada. La guerra terminó con la capitulación de Robert Lee ante Ulyses Grant en Virginia. La victoria del norte no fue fácilmente aceptada. Al poco de terminar la guerra, Lincoln concurrió a presenciar una obra teatral en la ciudad donde se había reunido con Grant para discutir las condiciones de la renegociación. Cuando el presidente se sentó en el balcón, John Wilkes Booth, un actor y simpatizante del Sur de Virginia, le disparó un único tiro a la cabeza, gritando "¡Sic semper tyrannis!" ("así siempre a los tiranos"). Booth y varios de sus compañeros (se demostró más tarde que algunos de ellos eran inocentes) fueron finalmente capturados y ahorcados o encarcelados.

Además de ser recordado por restaurar la unidad federal de la nación al vencer a los Estados Confederados de América y por terminar con la esclavitud en los Estados Unidos, los partidarios de los derechos de los estados siguen viendo a Lincoln como un gobernante autoritario que suspendió las libertades civiles y suprimió el supuesto derecho legítimo a la secesión. La derrota generó además un fuerte resentimiento por parte de las elites sureñas y no solo de las elites sino de la sociedad WASP que organizó su grupo parapolicial, el Ku-Klux Klan.

Pero los conflictos no acababan allí. EEUU se industrializaba rápidamente como resultado de la expansión agraria hacia el oeste, y el desarrollo del ferrocarril. Las industrias del noreste y centro este requerían cada vez más mano de obra. No bastaba con la migración de los esclavos liberados del sur, de modo que los inmigrantes irlandeses, primero, y los italianos, después, arribaron a las ciudades del noreste y del centro norte del país. Los cambios en la economía y la sociedad derivados de la industrialización produjeron un alto nivel de conflictividad social durante el siglo XIX.

La miseria, la pobreza y la segregación social y étnica caracterizaban la vida en Nueva York, que en esos años distaba de ser la ciudad iluminada con centro en el edificio Chrysler y en el Empire State que nos muestran el cine. La violenta resistencia de los inmigrantes y migrantes del sur para ir a combatir en la Guerra civil revelan que la identificación con los intereses de la nación no era tan clara en esos años. Pero además, los match de box callejeros, las riñas de animales celebradas por la plebe, la guerra de pandillas de irlandeses, la corrupción policial, el funcionamiento de la maquinaria política clientelar en las elecciones que involucraba a delincuentes, estafadores, pandilleros, policías y concejales muestran que la política en esos años era una batalla por el territorio, con alto grado de violencia y corrupción también en América del Norte. En palabras del director Martin Scorsese, su película “Pandillas de Nueva york” recrea el universo de violencia y el conflicto social en Nueva York y en los Estados unidos en el siglo XIX.

En el sector industrial también se desarrollaron conflictos, por demás de sangrientos. Los numerosos inmigrantes influidos por ideas anarquistas y socialistas alentaron el desarrollo de la protesta social representada en huelgas y motines contra las condiciones de trabajo en las grandes industrias siderúrgica y frigorífica. Las empresas recurrieron a agentes privados para romper las huelgas y reprimir a los huelguistas, como medios que distaban de ser legales. La empresa privada mas famosa que se encargaba proporcionar armas, rompehuelgas y espías fue la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton, creada por Allan Pinkerton en 1850. Pinkerton se hizo famoso al prevenir un complot para asesinar a Abraham Lincoln en 1861. El presidente contrató luego a los agentes de Pinkerton para garantizar su seguridad personal durante la guerra civil. Así, la agencia devino la cabeza del servicio secreto americano durante la guerra civil, y entre 1867 y 1875 lideró la persecución de Frank y Jessie James. En su momento culminante, Pinkerton empleaba más agentes que el ejército estadounidense.

Los empresarios contrataban a los agentes de Pinkerton para infiltrar sindicatos y poner guardias que mantuvieran a los huelguistas y militantes fuera de las fábricas. En la huelga de Homestead de 1892, los agentes de Pinkerton asesinaron varias personas en una pelea con los huelguistas. La profesionalización de la policía y la creación del cuerpo de detectives del FBI en el novecientos, desplazaron a la Agencia Pinkerton del centro de la escena, que a partir de entonces se convirtió en una agencia de seguridad privada.

Aquí nos detenemos, porque la historia del siglo XX norteamericano es más conocida. Es cierto que existen diferencias entre las formas de organización política en Argentina y en EEUU que datan de diferentes tradiciones y prácticas políticas. Sólo quiero señalar que en el siglo XIX, la situación no parecía ser tan diferente en América del norte y del sur (ni que mencionar los conflictos sociales y políticos que afectaron a Francia, Alemania o España, en el siglo XIX). La organización de sistemas representativos y la difusión del liberalismo distan de tener la trayectoria exitosa que actualmente se les otorga.A veces, el cine resulta una herramienta útil para deconstruir mitos, como es el caso del cine de Scorsese, cuya visión violenta de la sociedad americana ha sido muy criticada por sectores conservadores que quieren mantener el mito de la América progresista y prodigiosa. Otras veces, el cine solo refuerza mitos y crea estereotipos que inciden negativamente sobre la conformación de las identidades, y también alteran nuestra posibilidad de cambiar el presente. Pero sobre cómo se construye el mito de la América Latina salvaje en oposición al norte y de los estereotipos difundidos por el cine, hablaremos en nuestro próximo encuentro.

PARA VER:

Pandillas de Nueva York, de Martin Scorsese.
Birth of a Nation, D. W. Griffith’s